El vínculo fraterno es uno de los más ricos que nos vamos a encontrar a lo largo de nuestra vida. Los hermanos nos introducen en la relación entre iguales, en lo social, nos sirven de modelo, son nuestro primer contacto con la sociedad, pero ¿Qué sucede cuando uno de los hermanos tiene discapacidad intelectual? Sobre esta cuestión hemos reflexionado este sábado en la “Escuela de Familias” organizada por la Fundación Garrigou que ha impartido la psicóloga Raquel Ruiz.
“No esperemos del hijo sin discapacidad lo que su hijo con discapacidad no puede hacer; no carguemos en él todas las responsabilidades, ni le apartemos de la discapacidad de su hermano o de la problemática que ello supone. Finalmente, no usemos al hijo sin discapacidad como sostén. Es nuestro hijo, no nuestro psicólogo o amigo”. Estas serían las claves de la construcción del vínculo fraterno cuando uno de los hermanos tiene discapacidad, según Raquel Ruiz.
La psicóloga ha explicado que la relación entre hermanos cuando uno de ellos tiene discapacidad es similar a otras relaciones entre hermanos, con la diferencia de que en estos casos los procesos de construcción del vínculo fraterno son más complicados. Y es que crecer con un hermano con discapacidad va a ser una experiencia especial a la que va a haber que adaptarse y no todas las familias, ni todos los miembros de la familia lo harán igual. “La repercusión que la discapacidad de uno de los hijos tiene en los hermanos va a depender e de la actitud de los padres. Si se normaliza y se habla de ello, el hermano lo asumirá con normalidad”.
Una de las cuestiones a tener en cuenta es si el hermano con discapacidad es mayor o menor. En caso de que sea mayor, el nacimiento de otro hijo puede provocar en los padres la fantasía de que éste será el acompañante o cuidador de la persona con discapacidad, o de que con él todo será fácil. Desde punto de vista del hermano pequeño, éste puede sentirse culpable por superar a su hermano mayor en algunos aspectos.
En el caso de que el hermano con discapacidad sea el pequeño, puede provocar en los otros una sensación subjetiva de abandono o de que sus padres no interactúan con él como lo hacían antes.
“A veces la discapacidad se convierte en el centro de la familia y puede llevar a la pérdida de la identidad propia, nuestro hijo se convierte en ‘el hermano de’ e incluso se puede ver obligado a asumir roles parentales que no le corresponden”. “En otros casos -explica Raquel Ruiz- se les carga de una expectativa de logros excesiva o se limita que pueda alcanzarlos para no hacer más visible la diferencia entre hermanos”.
La psicóloga ha destacado que uno de los sentimientos más normales que pueden producirse son los de rivalidad, culpa, necesidad de reparación o venganza. En otras ocasiones, los hermanos de personas con discapacidad desarrollan un temor al rechazo o un sentimiento de huida para alejarse de la situación que se vive en casa. Finalmente, con gran frecuencia lo que se desarrolla es un enorme sentimiento de amor, ternura y alegría por sus logros del día a día. Raquel Ruiz ha insistido en que un mismo hermano puede pasar por las diversas fases a lo largo de su vida.
Por último, Raquel se ha referido al motivo de inquietud que el futuro de la persona con discapacidad puede ser para padres y hermanos. Y en ese sentido, a la hora de pensar en lo que sucederá cuando los padres no estén, recuerda “si los padres no han involucrado a los otros hermanos en el proceso de vivir con una persona con discapacidad, a futuro esta situación puede ser complicada”.